A Nueva Zelanda llegamos cuatro días mas tarde de lo esperado y a una hora poco habitual, pasada la media noche. A pesar de ser verano, la temperatura era bajísima o al menos esa era nuestra sensación tras los calurosos días de Australia.

Muchas personas nos recomendaron, no quedarnos en Christchurch más de lo justo, debido a los temblores que viene sufriendo la ciudad, desde el terremoto de septiembre del 2010 y que hasta ahora se cuentan por miles. Pero lo que podía haber sido un lugar de tránsito, se convirtió en casi un hogar; todo gracias a Kathryn, Mark, Amy y el pequeño Moss, quienes nos acogieron en su casa como un miembro mas de la familia. Fue divertido compartir momentos familiares, paseos a la playa o cenas.

Cenando con Kathryn, Mark y Amy

Después del terremoto que más afectó la ciudad en febrero del 2011, la ciudad se quedó sin centro; ha pasado a ser la “zona roja”, donde es prohibido pasar, por peligro a que todo se venga abajo;  pero justo en los límites de dicha área, de manera muy original, han hecho lo que ellos llaman “the container mall”, el centro comercial de contenedores. Empezó como una idea temporal para activar el centro de la ciudad y en cierta manera la vida, siguiera adelante. Los contenedores, sirven de tiendas de ropa, bancos o cafeterías.

«Container mall» en el centro de Christchurch

Algunas zonas residenciales también se vieron muy afectadas, ahora mismo son barrios fantasmas con casas a medio caer. Las calles, las utilizaban los intrépidos patinadores para divertirse o quizás entrenar, ya que parecen toboganes de la cantidad de ondulaciones que presentan, además de las enormes brechas que muestran los desniveles de la tierra. Pero pese a todo, la gente es optimista, hablan de la ciudad moderna que construirán, aunque saben que les tomara muchos años en hacerse realidad.

El verano estaba finalizando, pero no la temporada de viajar por la isla, así que encontrar campervan, no fue fácil, tuvimos que esperar casi una semana, y por tanto alquilamos un carro para hacer paseos cercanos a Christchurch.

Centro de reunión en Onuku

Fuimos a la Península de Banks, y es de esos extraños lugares, donde las erupciones de los volcanes dejan una huella peculiar. Esta formado por pequeñas bahías, accesibles algunas solo en barco y otras por serpenteantes carreteras. Visitamos Onuku, donde había una curiosa iglesia y un centro de reuniones con decoraciones maoríes.

Focas durmiendo enplaya de Kaikoura

Kaikoura es un destino para los amantes de la vida marina, se pueden ver ballenas, delfines, pingüinos y focas, pero nosotros solo vimos estas últimas, para lo demás estábamos fuera de temporada y de presupuesto. En un día claro, se pueden ver desde la playa, los picos nevados de las montañas; otro de los grandes atractivos de la ciudad, pero nosotros no tuvimos tanta suerte, aunque no llovió las nubes n se apartaron. Ver las focas fue muy fácil y divertido; hay una colonia justo a las afueras de la ciudad, se ven dormitando en las piedras de la playa al lado del parqueadero y las puedes ver tan cerca que a algunas de ellas les oíamos la respiración.

Kea hambriento en el techo de nuestro carro

Uno de las antiguas vías usadas por los Maoríes para ir de este a oeste de la isla, o por los europeos durante la fiebre del oro, es el paso de Arthur. Al llegar al punto más alto, los cambios en la vegetación son evidentes, frondosos bosques decoran las montañas y con ellas la aparición de cascadas y caminos para andar.

De la zona me quedo con los Kea, una especie de  loros carnívoros, mas grandes de lo habitual, los cuales,  se lanzan a lo carros a intentar comer lo que se pueda, desde las llantas, hasta los cristales. Otro sitio curioso es el área de Castle Hill, donde grabaron algunas escenas del Señor de los Anillos.

Castle Hill, camino a Arthur´s pass